La Virología es una disciplina científica incipiente, puesto que aún estamos descubriendo y conociendo aspectos relacionados con su biología. Esto ha originado no pocos debates o controversias que no parece que vayan a zanjarse en un futuro inmediato. Si tuviéramos a bien consultar manuales sobre esta materia desde la última década hasta el presente se haría patente la actualización de dichos conocimientos. Pero no se asuste, al igual que usted, hay generaciones de virólogos (y biólogos) que en su paso por las aulas de la Universidad tampoco estudiaron a estos microorganismos que hoy les presento: los virófagos.
Los mimivirus conforman un género de virus de gran tamaño (400-500 nm de diámetro) y ADN de doble cadena. En la imagen se muestra el aspecto del mimivirus de Acanthamoeba polyphaga. Partícula Mimivirus visualizada por diferentes métodos de microscopía.
Podemos definir un virófago de manera sucinta como aquel virus que depende de otros virus auxiliares para lograr la coinfección de la célula hospedadora, motivo por el que se les conoce también con el nombre de virus satélites. Este es el caso de nuestro protagonista: el Virus Sputnik dependiente de Mimivirus, descrito por primera vez para la ciencia en 2008 después de analizar el líquido de las lentes de contacto de un paciente aquejado de queratitis (inflamación de la córnea del ojo que cursa con dolor y dificulta la visión normal del individuo). No obstante, aunque a continuación me centre en exponer el peculiar ciclo de vida del Virus Sputnik dependiente de Mimivirus por ser del que más información contamos, en la actualidad conocemos muchos más virófagos, como el OLV (Virófago del Lago Orgánico), aislado de lagos antárticos y que infecta a Phycodnavirus; el Virófago Zamilon del virus Mont1, o el Virófago de Mavirus, que “ataca” al Virus Gigante de Cafeteria roenbergensis. Todos ellos, a pesar de sus diferencias, tienen en común un mismo rasgo: son virus que se encuentran asociados a otros virus y necesitan de ellos para replicarse y dar lugar a nuevos viriones (partícula vírica morfológicamente completa e infecciosa).
El virófago Sputnik es un agente vírico de aspecto icosaédrico y con un tamaño de alrededor de 50 nanómetros.
Imagine por un momento que un grupo de virus infectasen amebas de la especie Acanthamoeba polyphaga. Son los Mimivirus (MVAP o Mimivirus dependientes de Acanthamoeba polyphaga), quienes necesitan de este huésped para, una vez secuestrada su maquinaria celular, multiplicarse y dar lugar a más partículas víricas. Bien, pues ahora imagine que en su labor diaria investigando Mimivirus, al mirar bajo el microscopio electrónico una de sus numerosas muestras, observa que un segundo virus aparece estrechamente asociados a ese Mimivirus. Esto es exactamente lo que le ocurrió a Didier Raoult en Marsella. Es más, bautizó al virófago con el nombre de Sputnik porque en ruso significa literalmente “satélite”.
¿Qué hace entonces este virófago Sputnik asociado a un Mimivirus dependiente de Acanthamoeba polyphaga? Para ello, necesitamos hacer una breve incursión genética en nuestro microscópico protagonista.
El Virófago Sputnik dependiente de Mimivirus contiene 21 genes dispuestos en una molécula de ADN circular bicatenario conformada por 18.343 pares de bases. Dado que el Virófago Sputnik no puede utilizar como hospedador a la ameba, para replicarse lleva a cabo una infección simultánea sobre Acanthamoeba polyphaga. Es decir, cuando el Mimivirus dependiente de Acanthamoeba polyphaga se dispone a infectar a la ameba, el Virófago Sputnik, “que viaja a lomos” del Mimivirus, le “apuñala” por la espalda. Para ello, infecta al Mimivirus y pone a su servicio toda su maquinaria de replicación, “obligándola” a desarrollar esta tarea con su genoma. Esta circunstancia provoca que las nuevas partículas víricas del Mimivirus sean deformes y menos efectivas (e incluso abortivas), lo que nos indica por tanto que, Sputnik es un parásito viral que infecta y provoca un funcionamiento anómalo en los virus que son “víctimas de sus ataques”.
Como curiosidad, podemos mencionar que de estos 21 genes codificantes, 3 de ellos homólogos a los del propio MVAP. La presencia de genes en el Virófago Sputnik similares a los del Mimivirus sumado a un contenido A+T similar nos permite inferir que estos genes podrían haber sido adquiridos por Sputnik tras la asociación de MVAP con su hospedador y tras la posterior infección entre el virófago y Acanthamoeba polyphaga, momento en que la maquinaria vírica podría haber dado lugar a este intercambio de genes. Dicho de otra manera, la transferencia de genes entre Sputnik y Mimivirus ocurriría durante la infección simultánea de Acanthamoeba polyphaga, que recordemos, Sputnik no puede llevar a cabo por sí sola.
Como puede comprobar, hay virus tan complejos que son capaces de infectar y “fastidiar” a otros virus. Si ya tenía conocimiento de virus que atacan a animales, plantas o bacterias, ahora debe añadir a esta lista los virus que atacan a otros virus: los virófagos.