Aaaachís
¡Salud! ¿Te has resfriado?
Sí… Parece que tengo gripe.
¿Quién no ha tenido una conversación similar a esta? Es recurrente que año tras año surja esta conversación, y es que según el Sistema de Vigilancia de la Gripe en España, tan solo en el periodo del 2017 al 2018, se detectaron una media de 2.313 casos por cada 100.000 habitantes. En porcentaje parece poco (2,3% de los habitantes), pero si lo consideramos en base a toda la población española, que rozan los 47 millones, entonces hablamos de una patología que presentaron alrededor de 1,1 millones de españoles ese año.
Entonces… ¿Qué es la gripe?
La gripe es una enfermedad producida por un virus denominado Influenza, de la familia de los Orthomyxovirus (grupo V según la clasificación de Baltimore). Este virus se divide a su vez en 4 tipos, A, B, C y D; aunque el último es el menos conocido por haber sido descubierto y categorizado por el Comité Internacional para la Taxonomía de los Virus (ICTV) en 2014. No profundizaré en la sintomatología de la gripe porque todos hemos vivido o conocido a alguien que la haya sufrido en algún momento de su vida.
Se transmite normalmente por vía aérea, por saliva presente en objetos inanimados o por estornudos y tos que, en esencia, son pequeñas gotas de saliva. Debido a este “simple” sistema de transmisión, se propaga con facilidad; por ello, cuando surge un brote, se generan epidemias estacionales.
De los cuatro tipos de influenza nombrados, se conoce que A, B y C, pueden causar infecciones en los humanos, aunque los que suelen aparecer en las epidemias estacionales son los tipos A y B.
Anatomía del virus Influenza
Incluso utilizando un microscopio electrónico, los virus de la gripe A y B son prácticamente indistinguibles. Ambos pueden adoptar formas esféricas (100 nm de diámetro) o filamentosas (300 nm de longitud). Sin embargo, la estructura del virus C suele ser en forma de cordón de unos 500 nm.
- Genoma: Se encuentra en el “núcleo” del virión, en forma de ARN de una cadena. Dentro de la matriz M1 se encuentran la proteína de exportación nuclear (NEP), que se encarga de llevar el ARN al núcleo celular, y la nucleoproteína (NP), que encapsida cada segmento del ARN para formar una partícula de ribonucleoproteína (RNP).
- Neuraminidasa (NA): 11 subtipos de neuraminidasa diferentes. Su principal función es la de romper la unión molecular entre la hemaglutinina y el ácido siálico; esto permite que las partículas virales se puedan separar de la superficie de la célula infectada y que no se “peguen” entre ellas. Además, en el tracto respiratorio (concretamente en las mucosas) se encuentran ácido siálico y, al degradarlo, facilita el movimiento del virus hacia la célula objetivo.
- Hemaglutinina (HA): 18 subtipos de hemaglutinina diferentes, y median la especificidad de la unión del virus a las células objetivo. Esta glicoproteína adquiere cambios característicos en su sitio de unión al receptor para cambiar su huésped, por ejemplo, de las aves a los humanos.
- Cápsida y envoltura: La cápsida son un conjunto de proteínas del virus que el sistema inmune del huésped reconoce. La envoltura proviene de la propia célula huésped y resulta fundamental para la fusión de la envoltura viral con la membrana plasmática de la siguiente célula huésped.
La clasificación de los virus Influenza varían entre los diferentes subtipos. En general, su denominación sigue el siguiente esquema:
En el caso de los Influenza A, se suelen denominar en base a los tipos de Hemaglutinina y Neuroaminidasa que tengan asociados, así pues la gripe A que conocemos como “gripe porcina” (de la pandemia de 2009) corresponde con el virus influenza A/H1N1.
Por otro lado, los virus de la influenza B suelen clasificar por linajes. Las últimas temporadas de influenza pertenecen a uno de los dos linajes, influenza B Yamagata e influenza B Victoria.
Finalmente, los virus de la influenza C tienen solo una glucoproteína de superficie principal, la proteína de fusión de hemaglutinina-esterasa (HEF), que hace la función de HA y NA a la vez, así como una proteína de envoltura menor, CM2. Por ahora no han desencadenado grandes epidemias, por lo que se les caracteriza de la forma clásica descrita anteriormente.