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La tumba de las flores

La tumba de las flores

Muchas son las culturas en las que es habitual adornar con flores las tumbas de los difuntos. Es una de esas costumbres arraigadas en la sociedad y aceptada por su cotidianidad pero con una procedencia, quizás, desconocida para muchos. Y es que el origen de la capacidad simbólica, es decir, el proceso cognitivo que relaciona las ideas con símbolos como gestos, sonidos o costumbres; ha sido, desde siempre, uno de los temas más controvertidos en el estudio de la Prehistoria.

En un principio se apostó por la finalidad práctica de esta costumbre ya que antiguamente los muertos eran velados por familiares y amigos al aire libre durante días.  Al no disponer de las técnicas de embalsamamiento con las que contamos en la actualidad, era típico quemar incienso y adornar el cuerpo con gran cantidad de plantas aromáticas. Esto ayudaba a paliar el mal olor que desprendía el cuerpo, consecuencia de los primeros signos de la descomposición.

En 1960, en la región del Kurdistán iraquí (Irak), el arqueólogo estadounidense Ralph Solecki y su equipo de la Universidad de Columbia descubrieron la cueva neandertal que cambiaría por completo el origen de esta tradición. Esta cueva, más conocida como la Cueva de Shanidar, contenía 10 enterramientos neandertales, catalogados como Shanidar 1-10.

Dedalera (Digitalis purpurea).

Dedalera (Digitalis purpurea).

La importancia de esta cueva rápidamente fue un hecho para la comunidad científica ya que se había descubierto el primer esqueleto neandertal adulto en esta zona del planeta. Pero si de los diez enterramientos uno se hizo famoso, ese fue Shanidar IV. En esta sepultura aparecieron los restos óseos de dos individuos, un adulto (30 años) y un adolescente (15 años), que descansaban sobre un lecho de flores. Aunque este adorno floral también aparecía en otras de las sepulturas colindantes, sin duda, no podía compararse con la abundancia hallada en la tumba de estos 2 neandertales. Los esqueletos estaban colocados en posición fetal, de tal manera que sus espaldas estaban apoyadas una contra la otra, con los codos juntos y las rodillas flexionadas.

Dicho enterramiento fue datado, según los investigadores, con unos 12.000 años de antigüedad y catalogado como de época Natufiense.

Los natufienses habitaban en la zona de Oriente Próximo, desde el Éufrates hasta Egipto, entre los 10.800 y 8.300 a.C. La gran cantidad de recursos naturales y un clima favorable les permitió vivir de manera sedentaria en pequeñas aldeas de grupos reducidos, dedicados a la caza, la pesca y la recolección.

Los enterramientos, como fue comprobado en la Cueva de Shanidar, podían ser individuales o colectivos, tanto en el interior como en el exterior de las viviendas. Una de las cosas más llamativas para los investigadores fueron los ajuares funerarios de esta cultura, compuestos por collares de muy diversos materiales, vistosos tocados que adornaban sus cabellos así como conchas que podían llegar a decorar todo el cuerpo.

Representación gráfica del enterramiento IV de la Cueva neandertal de Shanidar.

Representación gráfica del enterramiento IV de la Cueva neandertal de Shanidar.

Las flores que se descubrieron1, eran en su mayoría especies de la familia Lamiaceae, como la menta, la salvia, el tomillo o el orégano además de otras especies de un atractivo colorido como la dedalera (Digitalis purpurea) o la eufrasia (Euphrasia officinalis).

Entonces, ¿nos encontramos ante un ritual con una finalidad práctica o que recoge algún tipo de simbolismo?

El hecho de que todas estas especies vegetales sean conocidas por sus propiedades medicinales (diuréticas, emenagogas, astringentes, expectorantes, carminativas, etc.) sugiere que quizás, este pueblo neandertal de Shanidar, escogiese para sus enterramientos plantas con un gran poder curativo.

A pesar de que esta ha sido la idea más aceptada, un estudio reciente afirma que los granos de polen pudieron ser introducidos en las tumbas por pequeños roedores de la especie Meriones persicus, común entre la microfauna de este lugar.

Sea como fuere, el comienzo del pensamiento simbólico que, siempre había sido atribuido a las primeras pinturas rupestres asociadas a nuestra especie, se adelanta a la época neandertal.

Notas

Notas
1 En realidad lo que ha llegado hasta nuestros días han sido los granos de polen de dichas plantas.

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Autor Claudia López-Morago Casamayor

Licenciada en Biología y doctora en Antropología Física. Hace años decidí centrar mi carrera en la divulgación científica, algo que me apasiona.


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