¿Puede matar mantener un exceso de relaciones sexuales? Un dicho popular asegura que “la jodienda no tiene enmienda” y que “la mucha pasión, no guarda razón”. A priori, se nos podría antojar raro que el exceso de celo en la práctica copulatoria pudiera causar una merma en la salud de alguno de los fogosos amantes. ¡Si hasta nos dicen que es un magnífico ejercicio cardiovascular!
Sin embargo, no todo el monte es orégano, ¿o debería decir orgasmo? Si no me creen, pregunten a los antequinos o ratones marsupiales dentones. Más concretamente deberíamos preguntar a las especies Antechinus arktos y A. stuartii, ambas declaradas por el gobierno australiano especies en peligro de extinción. Estas pequeñas criaturas, cuyo aspecto recuerda al de los ratones de laboratorio, son famosas por sus maratonianas sesiones de apareamiento, las cuales pueden extenderse en el tiempo hasta 14 horas. Por tanto, ¿puede el sexo llevarnos hasta la extinción? En seguida saldremos de dudas.
El antequino pardo o de Stuart (Antechinus stuartii) es una especie de marsupial endémica de la región suroriental de Australia que lleva a cabo desenfrenadas sesiones de apareamiento que pueden llegar a durar hasta 14 horas.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que, durante la época de apareamiento, tanto machos como hembras se mueven frenéticamente de un lado para otro con el único propósito de copular con tantas parejas como les sea posible. No hay cortejo, sólo sexo. Ante tal frenesí reproductor, una vez nacida la camada, machos y hembras mueren. Una delgada línea separa el éxtasis del Exitus letalis. Pero… ¿cómo es posible que el exceso de cópula mate a un animal? La explicación hay que buscarla en los órganos reproductores de los antequinos.
Los antequinos sintetizan testosterona en los testículos y, aunque parezca una hormona exclusivamente masculina, también las hembras la producen (aunque en menor cantidad) en sus ovarios. De hecho, la celeridad en la búsqueda activa de pareja con la que copular se explica por los elevados niveles de esta hormona, que, como contrapartida, conlleva una reducción drástica en los niveles de otra hormona, el cortisol, que es liberada en respuesta al estrés y actúa restableciendo la homeostasis, es decir, manteniendo estable un determinado parámetro interno, como puede ser el contenido de electrolitos en nuestras células o el propio ritmo cardíaco. No obstante, si el cortisol alcanza unos niveles muy bajos, como así ocurre en este caso, se provoca un mal funcionamiento en el sistema inmunológico del animal, lo que les hace más vulnerables a agentes patógenos u otras enfermedades, eso cuando no mueren como consecuencia de las hemorragias internas.
Por supuesto, este no es el único motivo por el que los antequinos están en peligro de extinción, la mano del hombre, que está modificando su hábitat, influye también en buena parte, agravando las consecuencias letales de esta curiosa práctica, dado que una enfermedad que afecte a un individuo con el sistema inmune “bajo mínimos”, puede propagarse más fácilmente entre la población e incluso llegar a colonizar a individuos sanos.
He aquí un ejemplo de lo que exponía al principio del texto, más no siempre es sinónimo de mejor. Pero hay un caso aún más curioso que me gustaría exponer para dejarlo claro, ya que esta pregunta es recurrente.
Recientemente, un equipo de paleobiólogos del Museo Smithsonian de Historia Natural en EE.UU. revelaron el descomunal aparato reproductor masculino de un simpático crustáceo al que pusieron por nombre “asombroso nadador con pene grande”, o lo que es lo mismo, Colymbosathon ecplecticos. Pero es más, ¡establecieron que el tamaño de ese pene jugó un papel determinante en su extinción! Así, los machos de estos ostrácodos eran los orgullosos propietarios de un aparato reproductor que superaba seis veces su longitud corporal, que según el registro fósil rondaba los 30 mm. ¡Un tercio de su anatomía interna estaba representada por un pene superenrollado que protegían dos valvas calcáreas!
Estudiar cómo influye la biología (y especialmente la reproductora) en la supervivencia de una determinada especie es una tarea especialmente difícil. Sin embargo, en el caso de los ostrácodos1 es más sencillo, ya que el tamaño del pene puede obtenerse simplemente midiendo su “cáscara”.
Los machos de ostrácodos suelen presentar un mayor tamaño de concha para así poder acomodar en su interior los órganos reproductores. Como ocurre en Cyprideis salebrosa, el macho (parte inferior de la imagen) debe dar cobijo en la cocha a su gigantesco órgano reproductor (sombreado en la imagen), presunto responsable de la extinción de Colymbosathon ecplecticos.
Este grupo de paleobiólogos, para contrastar su hipótesis (recordemos, un pene grande pudo llevar a la extinción a Colymbosathon ecplecticos) realizaron un estudio con 93 especies de ostrácodos que habitaron las aguas pantanosas de EE.UU. hace entre 66 y 84 millones de años, concluyendo que aquellas especies de ostrácodos cuyos machos estaban dotados de penes más grandes, aparecían hasta 10 millones de años antes en el registro fósil.
¿Y esto cómo se explica? En términos energéticos. Las especies con aparatos reproductores más desarrolladas invierten, como norma general, más tiempo y energía en la reproducción, lo que les haría, en palabras del grupo de paleobiólogos del Smithsonian, “más vulnerables a los cambios ambientales”. Es decir, a corto plazo puede que tengan más descendencia, pero en la carrera de obstáculos que es la evolución, ésta estrecha especialización lastra la posibilidad de una “rápida” adaptación al medio en caso de cambio. De esta forma, tenemos que mientras Colymbosathon ecplecticos se estima que vivió alrededor de 1,5 millones de años sobre la faz de la Tierra, sus vecinas menos llamativas, se extinguieron superados los 15,5 millones de años de existencia.
Como podemos observar, muchos de estos animales siguen a pies juntillas esa máxima de Woody Allen que viene a decir que sólo hay dos cosas importantes en esta vida, la primera es el sexo y de la segunda… No me acuerdo. Si algo nos debe quedar claro después de leer este artículo es que en materia sexual, más no equivale a mejor… Y que puede llegar a costar la salud e incluso la vida.
Notas
↑1 | Los ostrácodos son una clase de crustáceos microscópicos y que vulgarmente podemos definir como un grupo de animales similares a camarones que viven dentro de una concha de almeja. |
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