En los meses estivales, el calor hace acto de presencia en nuestras latitudes de manera notable. No sólo nosotros somos conscientes de este hecho, sino que animales y plantas se percatan de que el verano ha llegado. No hay sitio más apacible donde refugiarse del tórrido calor de esta época, que la orilla de uno de esos cursos continuos de agua dulce al que denominamos río.
Larva de Drusus sp. Dentro de su estuche. Se aprecia la minúscula granulometría de los detritos que emplea esta larva para construir su estuche. Cortesía de Martín L.
De toda la fauna que habita en los ríos, los tricópteros, también llamados frigáneas, son los más desconocidos. No destacan por vivos colores, tamaños exagerados o abundancias extremas. Son insectos que le gustan pasar desapercibidos, mientras desarrollan su vida bajo nuestras aguas. La característica que distingue a los tricópteros de otros insectos acuáticos es su notable habilidad para fabricar, aprovechando materiales recogidos del lecho fluvial, como ramas, piedrecitas o incluso restos de otros organismos, asombrosos estuches larvarios, cuyas arquitecturas son muy diversificadas y hermosas. Las larvas de tricópteros llevan fabricando estos estuches desde hace 170 millones de años, siendo atestiguada la presencia de este comportamiento en fósiles del Jurásico medio, conviviendo con los temibles e imponentes dinosaurios. Algunos autores afirman que la finalidad de este comportamiento es una respuesta fisiológica para mejorar la eficiencia respiratoria, debido a que las corrientes de agua que se producen dentro del estuche larvario permiten un mejor intercambio gaseoso entre las branquias y el agua circundante. Dichas corrientes de agua son producidas por movimientos de los segmentos posteriores del animal dentro de su estuche. Esta brillante solución respiratoria les permite colonizar ambientes con menor cantidad de oxígeno, siendo crucial este tipo de adaptaciones en el cambiante ecosistema que es el río.
Larva de Thremma gallicum. Este tricóptero vive ligado a fondos rocosos y rápidos de arroyos, por lo que la arquitectura de su estuche le permite subsistir en condiciones tan limitantes. Cortesía de Martínez J.
Algunos tricópteros han elegido fabricar estuches portátiles, los cuales portan con ellos durante su vida larvaria y pupal, mientras que los estuches de otras familias se encuentran enclavados en las rocas del fondo del río. Estas últimas cumplen un papel fundamental en la alimentación de la larva, ya que, en la entrada del estuche, el animal, teje con la misma seda que usa para aglomerar los materiales de construcción del estuche, una intrincada red de pesca, con la que pueden atrapar otros organismos y usarlos como fuente de alimento, como es el caso de la familia Hydropsychidae. Para los tricópteros que construyen estuches portátiles, la alimentación es radicalmente distinta. Mientras deambulan por las rocas del fondo de los ríos, pastan las colonias de diatomeas y microalgas que crecen sobre la superficie de éstas, formando el perifiton, además de alimentarse de restos de otros organismos que encuentran en su camino.
Protegidas por su estuche, las larvas se alimentan sin cesar hasta que han cumplido su ciclo, entrando en la etapa de pupación. Aquí se va a producir el desarrollo de los tejidos y estructuras adultas, por lo que es una etapa de notable importancia en su ciclo vital. En una buena parte de las especies de tricópteros, la pupación ocurre dentro del estuche larvario, convenientemente modificado. Después de este periodo, el tricóptero adulto emergerá de su pupa e iniciará la vida adulta, donde se producirá la cópula y la puesta de huevos en el río, lo que cerrará el ciclo vital.
Un grupo de pupas de Limnephilidae. Estos tricópteros deciden construir sus estuches con materiales de granulometría más grande. Cortesía de Martínez, J.
En definitiva, el comportamiento constructor de las larvas de los tricópteros es una más de las adaptaciones más seleccionadas a través del tiempo. La perfección y la meticulosidad de estas construcciones no es algo ordinario, ni tampoco su diversidad y funcionalidad. Los tricópteros han sabido emplear eficientemente los recursos de los que disponen en los ríos, usándolos en su favor, adaptándose y diversificándose, desde hace millones de años. Luchando por sobrevivir, nos dejan este increíble comportamiento y sus maravillosos estuches para nuestro estudio y disfrute.