Naturaleza
Erupciones volcánicas
Pese a que siguen existiendo volcanes activos en todo el mundo y emiten CO2 a la atmósfera, la cantidad liberada es casi 100 veces menor que la humana, siendo apenas de 130 a 230 millones de toneladas por año.
También producen trióxido de azufre (SO3) y de dióxido de nitrógeno (NO2), que se disuelven en el agua y dan lugar a lluvias ácidas que dañan los ecosistemas; pero estos gases también son generados por la quema humana de combustibles fósiles o de vegetación.
Cambios en la órbita terrestre
Los movimientos de rotación y de traslación de la Tierra no son constantes, sino que cambian en períodos largos de tiempo según tres factores.
La variación de la órbita que sigue la Tierra alrededor del Sol cambia de 3 a 5 grados cada cada 100 mil años. Ésto provoca que varíe su distancia al mismo y con ello las radiaciones recibidas.
La oblicuidad, o ángulo de inclinación del eje de la Tierra con el plano de su órbita, varía de 22.1° a 24.5° con una periodicidad de aproximadamente 40 mil años, cambiando la incidencia de las radiaciones y cambiando latitudinalmente su efecto.
Por último, la precesión, que es el cambio de orientación del polo norte y varía cada 20 mil años cambiando la temporalidad de los solsticios de verano e invierno.
Cambios en la irradiación solar
Existen variaciones del brillo solar que pueden influir en el clima de una década a otra, pero la variación que produce es de 0,2 ºC, según los registros de la NASA.
Durante el periodo de 2005 a 2010 la actividad solar tuvo una disminución, por lo que en realidad debió haber compensado parcialmente el calentamiento producido por los gases de Efecto Invernadero; demostrando la baja influencia que tienen estas variaciones sobre la temperatura terrestre.
Humanos
Emisiones de CO2
La humanidad genera anualmente unos 10.000 millones de toneladas de CO2, lo que corresponde con 1.4 toneladas al año por persona.
Pero si a dicha actividad le sumamos las flatulencias de la ganadería (mayormente bovina), se alcanzan las 18.000 millones de toneladas anuales.
Aunque se suele relacionar a una causa natural, su abundacia se debe a nuestro consumo, por lo que está directamente asociada con la actividad humana.
Acidificación del agua y Efecto Invernadero
El pH oceánico influye en seres que poseen carbonato cálcico en sus estructuras. El CO2 se disuelve en el agua oceánica, reaccionando con aniones de carbonatos. Para compensar esta pérdida de aniones, se extraen carbonatos provenientes de moluscos, crustáceos o corales.
Sumado a esto, el Efecto Invernadero provocado por una mayor conservación de los rayos provenientes del sol, incrementa la temperatura del agua. Dicho aumento provoca el blanqueamiento del coral, un proceso donde su simbiosis con las zooxantelas (algas que le aportan color y nutrientes) se desprenden de ellas, potenciando la pérdida de arrecifes coralinos.
La posible futura pérdida de arrecifes coralinos podría generar una reacción en cadena que desemboque en una disminución importante de la biodiversidad oceánica.
Deforestación
Los árboles poseen un rol altamente relevante en el ciclo del carbono, captando el CO2 atmosférico y liberando O2.
Anualmente se cortan 7.7 millones de hectáreas de árboles con el fin de satisfacer las actividades humanas, el equivalente a 21 campos de fútbol cada minuto o un 15% de España al año.
Con esto no sólo se conserva el CO2 atmosférico, sino que miles de especies (que habitan en dichos árboles o que dependen de ellos) se ven afectadas, quedando en peligro o llegando a extinguirse.