¿Se necesita la sinergia del arte y de la ciencia para crear nuevas realidades?

La incómoda suposición de que la sociedad no comprende el beneficio que aporta el trabajo de los profesionales médicos y científicos, pasó a ser una realidad palpable. Puede parecer que hablo de un timeline y me posiciono justo en medio de un hecho histórico reciente como la pandemia de la COVID-19, pero no es así. Hay un factor común que palpo en la realidad de este sector. Este, no lo vinculo a la COVID-19 ni a la aparente saturación de información que manejamos sobre ella. Lo observo en diversas situaciones que relacionan al paciente, al alumno y al resto de la sociedad como receptores de un mensaje.

En situaciones asistenciales, es habitual que, tras explicaciones verbales, técnicamente correctas por parte del sanitario, el paciente y/o familiares no comprendan con claridad la afección, el diagnóstico o el tratamiento a seguir. Me atrevo a decir que, no son casos aislados del que sólo yo he sido testigo. Leyendo al Dr Díez Tejedor, confirmo desde otra perspectiva. “No obstante, donde más se falla, aunque parezca lo contrario, es en la comunicación hacia el paciente y hacia los familiares.”¹ Se estima que un médico realiza entre 86.000 y 120.000 entrevistas durante su carrera profesional, asumiendo que atiende entre 3 y 4 pacientes por hora en una jornada de 22 hrs a lo largo de 30 años…”²

La posibilidad de que esa estimación sea real nos acerca a la pregunta ¿Qué hacemos para mejorar la comprensión del paciente cuando el mensaje es complejo y ajeno a su conocimiento?

Si repasamos el contexto educativo, nos encontrarnos con conceptos abstractos, morfológicamente complejos o de un nivel más avanzado al conocimiento que tenemos en ese momento. Limitando la información a textos y/o a la imagenología médica según el área, el alumno puede presentar mayor complejidad para visualizarlo y comprenderlo. En una búsqueda rápida por internet encontramos que está inundado de estadísticas relativas a esta “De ahí que seamos capaces de recordar el 80% de las imágenes, y únicamente el 20% del texto, o el 10% del sonido. Además, nuestro cerebro procesa la imagen 60.000 veces más rápido que el texto.”³

Me surge la pregunta ¿Es necesario ‘cruzar’ fuentes de distintas naturalezas que nos brinden descripciones complementarias?

En el contexto de la divulgación científica, es aún más complejo. Haré énfasis en los profesionales que desconocen el uso y el tipo de imagen que ejemplifica y comunica aquello que su investigación ha conseguido a un público más diverso, así como el beneficio bidireccional que esto supone.

Tal como reflexiona el Dr. Díez Tejedor: “Pienso que nosotros tenemos la idea, probablemente equivocada y poco proyectada hacia la sociedad, de que el canal fundamental de nuestra comunicación son las publicaciones científicas. … Pero, sin duda, es una comunicación endogámica, dentro del campo de los científicos. Nos conocemos entre nosotros y ahí nos valoramos. Luego nos quejamos, a veces, de que la sociedad no nos valora o no nos conoce, pero tampoco estoy seguro de que hagamos un esfuerzo por llegar a esa sociedad. …”

De todo lo anterior, podría deducirse que ese factor común radica precisamente en la carencia de recursos gráficos adecuados para apoyar los contenidos científicos o médicos, que faciliten la comunicación efectiva entre el especialista y su interlocutor. Explicaciones en las que el receptor no tiene conocimiento o dominio de ellas, pueden resultar poco efectivas si no se acompañan de imágenes adaptadas que ayuden a comprenderlo.

Para poder hablar de esa palpable realidad en pasado, debemos crear una nueva. (Puedes ver algunos ejemplos en las ilustraciones de este artículo). La solución común es la incorporación de recursos gráficos que traduzcan y potencien la comunicación efectiva entre el emisor especialista y sus receptores. Desde mi perspectiva, para continuar creando esa nueva realidad veo dos vías:

1. Impulsar el papel de divulgar dentro de la medicina y la ciencia, ejemplos como Mercedes Herrero Conde (@dra_herrero), Marián García (@boticariagarcia), Alfredo Corel (@alfredo_corell), sólo por mencionar algunos.
2. Impulsar la sinergia entre los profesionales conscientes de la comunicación efectiva de su trabajo hacia la sociedad con los profesionales que estudian y crean las imágenes adecuadas, tales como diseñadores gráficos, ilustradores, cg artist, infografistas… Podríamos llamarnos artistas, por el dominio técnico, creativo y estético de la idea, sin embargo, para ofrecer recursos gráficos que comuniquen de forma efectiva y memorable, además de saber dibujar bien, detrás hay mucha investigación del qué se quiere comunicar, del cómo se comunicará y de a quién va dirigido ese material que creamos. Ese recurso gráfico que potencia el trabajo del especialista. La segunda, se refiere a poner en práctica el concepto de la co-creación, es la metodología que, a lo largo de 10 años he venido implementando como profesional y enseñando en todas las formaciones de ilustración médica que imparto.

En respuesta al título, en base a nuestra experiencia real con profesionales particulares, empresas públicas y privadas del sector, podemos afirmar que sí. La sinergia entre profesionales de la comunicación creativa y los especialistas de la ciencia y la medicina permite que la sociedad comprenda, valore y apoye el aporte de su trabajo.

Al entender el beneficio de la sinergia y su magnitud, formé un equipo híbrido de creativos especializados y científicos que también entienden el factor y la solución común. Con ese propósito nace Homograma.