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Las plantas no sólo limpian el aire…

Las plantas no sólo limpian el aire…

Es sabido que las plantas captan dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y liberan oxígeno (O2) cuando realizan la fotosíntesis con sus hojas. De esta forma, ellas obtienen su alimento y los animales podemos respirar. Pero ¿qué sucede en las raíces? A fin de cuentas, bajo el suelo las células de las plantas no pueden hacer la fotosíntesis, debido a la falta de luz.

El sistema radicular de las plantas tiene como funciones principales la absorción de agua y nutrientes minerales (fósforo, potasio, nitrógeno, hierro, etc.), sin los cuales no podrían sobrevivir ni realizar su función fotosintética. A cambio, el sistema vascular de la planta (que transporta esos minerales y el agua hacia las hojas) lleva el alimento a las raíces de vuelta. Este órgano vegetal representa el nexo de unión entre la planta y el suelo, y muchas veces entre el resto de seres vivos y el suelo, por lo tanto, somos directamente afectados por lo que en esta zona suceda.

La contaminación de los suelos puede producirse por un aporte directo antropogénico por el uso masivo de fertilizantes y pesticidas químicos en agricultura, vertidos industriales o el desarrollo de vertederos, entre otros. Sin embargo, debemos ser conscientes de que toda contaminación que llegue a la atmósfera podrá terminar antes o después en el suelo, ya sea porque se deposite por sí misma o con ayuda de la lluvia. En este sentido, hablamos de la contaminación provocada por metales pesados, que son elementos químicos con elevada toxicidad para la vida en general incluso a concentraciones muy reducidas. En el caso de los humanos, los metales pesados son especialmente dañinos, alterando las funciones de numerosos tejidos y órganos y siendo, además, conocidos compuestos cancerígenos.

A pesar de la problemática que supone la presencia de metales pesados en los suelos para el medioambiente y la salud, las plantas pueden ser de gran ayuda, dando lugar al fenómeno biotecnológico que conocemos como fitorremediación. Básicamente estaríamos hablando de la descontaminación de los suelos mediante el uso de plantas. Pero ¿cómo lo hacen exactamente? La primera forma en que las plantas pueden ayudar a la descontaminación del suelo es a través de su capacidad de absorción de los metales pesados del suelo junto con el resto de sales minerales (fitoextracción). Si transportan esos contaminantes a sus hojas, simplemente recolectándolas ya se estaría eliminando el componente tóxico del suelo. Posteriormente, se pueden recuperar esos metales pesados y darles un valor interesante en diferentes procesos industriales (fitominería). En otros casos, la planta solo es capaz de mantener los contaminantes en sus raíces (fitoestabilización), al no ser tan fáciles de eliminar del suelo. Con todo, al menos dejan de estar accesibles para el resto de organismos.

Por otro lado, las plantas también son capaces de degradar esos contaminantes presentes en los suelos, a través de algunos procesos metabólicos propios donde intervienen enzimas que degradan o alteran el contaminante, neutralizando su toxicidad (fitodegradación). Estas enzimas pueden actuar sobre contaminantes absorbidos por las raíces o ser liberadas al suelo y que actúen fuera de la planta.

A veces, las plantas pueden transformar los tóxicos absorbidos en sustancias volátiles que liberan a la atmósfera a través de sus hojas (fitovolatilización). No es una estrategia del todo beneficiosa para el medio, pero al menos elimina los contaminantes del suelo. Una vez los compuestos tóxicos se encuentran dentro de las plantas, estas pueden transformarlos en sustancias volátiles que liberan a la atmósfera a través de sus hojas. De esta forma, el contaminante pasaría del suelo a la atmósfera, algo que realmente no elimina el problema.

En conclusión, los procesos de fitorremediación pueden ser una estrategia de descontaminación eficiente y respetuosa con el medio ambiente. Con todo, todavía está desarrollándose, pues no es tan sencillo como colocar una planta en un lugar determinado. Para que una especie pueda ser usada como agente fitorremediador es necesario que pueda tolerar los niveles de contaminación presentes, que su metabolismo sea el apropiado para el proceso de interés, que no genere otros problemas ambientales (como sería el caso de una especie con potencial invasor), etc. No obstante, este es un campo de investigación abierto y prometedor que puede ayudarnos a mitigar una buena parte del impacto ambiental que los humanos ejercemos.


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Autor Jorge Poveda Arias

Investigador posdoctoral en Misión Biológica de Galicia (CSIC).


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