El Corredor Verde del Guadiamar (CVG) es un paisaje protegido formado por el río y sus riberas haciendo de enlace de unión entre Sierra Morena, donde nace en El Castillo de las Guardas, y su camino hacia el sur hasta el Parque Nacional de Doñana en las Marismas del Guadalquivir, en un recorrido con un paisaje diverso y humanizado entre las provincias de Sevilla y Huelva. Sus aguas han alimentado al Río Guadalquivir (siendo su último afluente por el margen derecho) y a las múltiples civilizaciones que se han asentado a lo largo de la historia en el Aljarafe sevillano durante siglos.
El CVG se puede dividir en tres tramos, (i) partiendo desde un panorama abrupto en los antiguos territorios de Sierra Morena a través de paisajes ganaderos (dehesas de encinas y alcornoques, matorrales y pinares). Seguidamente, (ii) se sumerge en un paisaje lineal de carácter agrario pegado al propio cauce del río, discurriendo por las Minas de Aznalcóllar y Entremuros hasta contactar con Doñana. Se pueden encontrar bosques de ribera y sotos, ofreciendo una bóveda natural mutable según la estación donde se distinguen álamos, olmos, fresnos, sauces y adelfas. (iii) El tramo final se enmarca dentro de un ambiente marismeño, modificado para el desarrollo de la agricultura intensiva, hasta llegar al Parque Natural y Nacional de Doñana. En la marisma, la vida se adapta a la influencia marina con una escasa profundidad, gran cantidad de nutrientes y una circulación constante de agua, dotándolo de una gran fertilidad y riqueza biológica.
La presencia humana es temprana. Nuestros ancestros cubrieron sus necesidades aprovechando los recursos naturales del río y su cuenca, a la vez que comenzaban a modificar el paisaje. Ha sido ocupada por fenicios, romanos, tartesos, turdetanos, omeyas, árabes, muladíes y visigodos (entre otros) que se dedicaron principalmente a la metalurgia, el comercio, la edificación, la agricultura y la ganadería. En el siglo I a.C. se construye el Acueducto de Itálica, con origen en Gerena. Durante la ampliación de la ciudad romana se construye posteriormente otro acueducto con origen en Tejada y que sustituye al primitivo por su mayor caudal y mejores aguas. Por aquel entonces, el río Guadiamar recibía el nombre de Maenoba, en la mención a una ciudad llamada Maenobora, situada al sur de Hispania. En tiempos de los musulmanes recibió el nombre de Wadi-Amar, “Río de Príncipes”, que con el tiempo se castellanizó hacia el actual nombre.
Las mayores modificaciones por presión humana sobre el paisaje han tenido lugar durante los últimos cincuenta años, en los cuales ha habido una pérdida progresiva del bosque mediterráneo, bosques de ribera y vegetación de marisma natural. Además, el cauce ha servido como vía de desechos de vertidos agrícolas, urbanos y mineros mermando su calidad hasta el gran desastre acaecido el 25 de abril de 1998, cuándo se rompió la balsa minera de Aznalcóllar, que provocó la salida de más de seis millones de litros de aguas y lodos piríticos contaminantes que anegaron y sedimentaron los primeros 40 km de recorrido. La inmensa mayoría de la fauna acuícola pereció debido a la fina granulometría de los lodos, que generó anoxia, pH ácido (3,5) y elevados niveles de hierro (Fe), cobre (Cu), plomo (Pb), zinc (Zn) y arsénico (As).
El vertido tóxico tuvo consecuencias letales sobre los ecosistemas acuáticos (carpas, albures, barbos, ranas y cangrejos), por el grave episodio de anoxia derivado de las partículas disueltas y en suspensión, que imposibilitó la vida en las aguas afectadas de los ríos Guadiamar y Agrio. Se ha observado, a lo largo del tiempo transcurrido desde 1998 a través de las estaciones de seguimiento, una variación de parámetros ambientales como los niveles de pH, conductividad eléctrica, reserva alcalina o la concentración de elementos traza. Aún es observable el efecto de los residuos mineros en las aguas de la mina hasta el puente de las Doblas en Sanlúcar la Mayor, aunque en un modo muy atenuado. Desde este punto hacia el sur, los niveles de pH se encuentran cerca de la neutralidad y la concentración de elementos traza disminuye paliativamente. Se observa desde 2002 una tendencia de pH a converger en todas las estaciones, ajustándose el rango hacia la normalidad.
De acuerdo con el proyecto de restauración ambiental del CVG por la Junta de Andalucía, fue preciso en un principio retirar los lodos, la fauna y flora contaminada, remediar y acondicionar el suelo. Una vez superadas las fases iniciales se asumió el criterio de mantener un escaso nivel de intervención en el medio natural, dando un papel especial de protagonismo a la autorregulación de los sistemas naturales. Es destacable la dimensión del trabajo que incumbe a más de cuatro mil hectáreas, y la celeridad de las primeras fases de trabajo que dieron como resultado más de una década después, un paisaje de enorme interés científico, ambiental, pedagógico y recreativo. Cabe destacar que las medidas de restauración tomadas han servido para frenar los problemas derivados de la transformación que la zona venía sufriendo y que habían convertido al Guadiamar en un río muy alterado.
El desarrollo vegetal que se está produciendo, parece reflejar de forma significativa, el resultado positivo de muchas de las medidas acometidas para paliar los efectos ambientales del vertido de lodos. Se han estudiado las relaciones de las plantas con el suelo, y se determina que la acumulación de elementos traza en plantas superiores, puede ser muy diferente según el elemento, especie y órgano vegetal; observado en los árboles y arbustos empleados durante la reforestación. Los valores resultaron significativos en árboles adultos como el álamo blanco (Populus alba L. subsp. alba) y el sauce (Salix alba L. y Salix atrocinerea Brot.) para la acumulación de cadmio (Cd) y zinc (Zn). En la familia Brasicaceae se acumula talio (Tl) en las estructuras reproductoras a unos niveles muy altos, aunque depende de la humedad del suelo; para el caso de la familia Plantaginaceae se acumulan altas concentraciones de arsénico (As), plomo (Pb) y talio (Tl) en las hojas y espigas florales. También, a lo largo del desarrollo de limpieza y recuperación de suelos, se aplicaron enmiendas orgánicas que tuvieron un efecto positivo limitando la acumulación de tales elementos en las plantas herbáceas. A pesar del buen avance del proyecto, en la porción norte del CVG existe un grado de recuperación más lento si nos referimos al crecimiento de la vegetación, situación que con seguridad se vaya corrigiendo con el paso del tiempo.
En 2013 nace el proyecto RECARE, una iniciativa europea que trata de reunir los puntos en común de los diferentes desastres ambientales en Europa, y trazar modelos para la efectiva predicción, remediación y restauración de dichos ecosistemas. Para ello se nutre de científicos y técnicos de campo de múltiples países e instituciones abarcando diecisiete casos de estudio y once peligros ambientales: erosión por agua y por viento, salinización, compactación, sellado, desertificación, inundación, pérdida de materia orgánica en suelos minerales y en suelos orgánicos, contaminación y pérdida de biodiversidad del suelo. Las entidades participantes están en Sevilla y son Evenor-Tech S.L. (Dra. María Anaya-Romero), y el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (CSIC, Dr. Teodoro Marañón). La puesta en común de todos estos investigadores durante los años 2013 al 2018 ha originado una gran producción científica. En España el caso de estudio principal es el CVG.
La importancia que tiene el CVG es que se trata de un modelo actual de un pasillo formado por un río y su ribera, regenerada por la mano humana tras un accidente grave, que debe ser tenido en cuenta como modelo para futuros accidentes en otros puntos de la geografía española o internacional. La mayor pretensión es recuperar las relaciones entre los paisajes naturales de la sierra y los del litoral, siendo a la vez compatible con el desarrollo de la agricultura, gestión de recursos naturales, la mejora ambiental y el fomento del conocimiento y contacto con el medio, lo que viene a ser poner de acuerdo a la naturaleza y al ser humano.