¿Qué es el método científico?
Se entiende por método científico a los pasos que siguen todas las ciencias para determinar si una idea es verdadera, buscando crear así una regla universal que puedan aplicar en otras situaciones.
Todo método científico se basa en una idea o hipótesis, cuyo nombre viene del griego “hipo-” que significa anterior y, “-tesis” que significa conclusión. Por tanto es el término utilizado para definir a cada una de las posibles respuestas de una investigación.
Pasos del método científico
Para entender los pasos que sigue el método científico, analicemos el planteamiento de la introducción, el niño que ve por primera vez el fuego.
Observación
Es el primer paso del método científico, observar y analizar nuestro entorno para encontrar hecho o fenómeno de interés. En este paso lo primero que se requiere es información sensorial, es decir, información que recibimos de nuestros sentidos.
En el ejemplo, el niño percibe al fuego mediante la vista, y eso despierta su curiosidad. Por ello se acerca a tocarlo para conseguir más información, “¿qué pasará al tocarlo?”.
Hipótesis
Como se introdujo previamente, son las posibles ideas o respuestas que podría tomar una pregunta surgida de la observación. Pueden haber muchas hipótesis para un mismo fenómeno, y ninguna de ellas son verdaderas en principio hasta completar el resto de pasos.
En el ejemplo, el niño ya se planteó la pregunta, ahora tiene varias hipótesis de lo que puede ocurrir cuando toque el fuego. Supongamos que fueran tres:
- Me da frío
- Me quemo
- Da calor
Experimentación
En esta fase se busca probar las diferentes hipótesis para saber cuál resulta ser la respuesta a la pregunta planteada en la observación, es decir, verificar si son válidas en su totalidad, solo una parte o no son válidas en absoluto. Por lo general esta etapa se suele repetir varias veces para confirmar la hipótesis.
El niño toca el fuego y rápidamente retira la mano… ¡Se ha quemado! Ahora acerca la mano y le da calor, pero si la acerca más… ¡Se vuelve a quemar!
Análisis
Una vez que tenemos suficiente información proveniente de la experimentación, pasamos a su análisis. Este paso es el que se observa en el gráfico como la pregunta “¿Es válida nuestra hipótesis?”. Con todos los datos que se han recogido, hay que decidir si la idea que teníamos al principio se ajusta a la realidad o es preferible buscar otra hipótesis que intente demostrarlo.
Teoría
Adquieren esta denominación todas aquellas hipótesis que tengan más probabilidades de ser correctas pero no puedan ser completamente demostradas matemáticamente. No implica que sean menos correctas que las Leyes, de hecho las Teorías son ideas muy contrastadas, incluso pueden aplicar muchas leyes para confirmarla. Un ejemplo de esto podría ser la Teoría atómica del Dalton, que planteaba una idea innovadora en su época para intentar explicar la forma de los átomos, pero con el avance científico y más experimentación, quedo descartada por una teoría o modelo más parecido a la realidad.
El problema y la diferencia con las Leyes es la presencia de principios, que son una serie de supuesto que sustentan la teoría y aplican las leyes para intentar demostrarlos.
Estos supuestos pueden ser posteriormente demostrados como incorrectos o parcialmente correctos si existieran datos que así lo corroborasen.
Por ejemplo, si el niño solo hubiera podido acercarse a la llama pero no tocarla, podría sentir el calor, pero no saber qué ocurre al poner su mano encima del fuego. De esta manera, podría suponer decir que cuando ponga la mano encima del fuego sentirá más calor (que no es del todo incorrecto, pero habría que perfilarlo) o, que se quemará (que sería lo correcto).
Ley
Se considera una Ley cuando alguna de las hipótesis queda confirmada por la experimentación, matemáticamente o porque resulte evidente empíricamente. Aún así puede ser demostrada como falsa, igual que la Teoría. Por ejemplo, la Ley de Ampère, una fórmula matemática que buscaba describir los fenómenos que relacionan al magnetismo y a la electricidad, fue corregida posteriormente por otro científico (J. C. Maxwell) para convertirla en una fórmula que explicase mejor la realidad.
El niño al tocar el fuego habría confirmado que definitivamente no le daba frío, en cierto modo le da calor, pero seguro que se quema cuando lo toca. Por lo tanto se le queda un aprendizaje en la cabeza a modo de ley: “Siempre que toque el fuego, me quemaré”. Sin embargo, esta “Ley” que el niño estableció siguiendo los pasos del método científico podría ser demostrada como falsa o bien corregirse, pues la realidad es que si te mojases la mano con agua o tocases el fuego con guantes resistentes al fuego, podrías tocar el fuego sin quemarte aunque sea por un corto periodo de tiempo.