Vangelis es el apodo artístico adoptado por Evangelos Odysseas Papathanassiou, uno de los mejores músicos de la escena new age, música electrónica y ambient. Para los que somos fans del 7º arte, el griego es de sobra conocido por ser la mente creadora de magníficas obras de arte como la banda sonora de Blade Runner, Carros de Fuego o 1.492: La Conquista del Paraíso. Su popularidad y talento alcanzó tales cotas que fue el encargado de realizar la banda sonora de la genial serie “Cosmos”, donde el astrofísico y cosmólogo estadounidense Carl Sagan se dedicaba a desentrañar para los televidentes los secretos del universo de una manera magistral. Y no es que Neil deGrasse Tyson lo haga mal en este nuevo “Cosmos”, al contrario, pero uno (al menos yo soy uno de ellos) tiende a idolatrar lo que le marcó de pequeño, por eso me encanta coleccionar cosas de Félix Rodríguez de la Fuente, Jacques Cousteau, David Attenborough o el propio Carl Sagan.
No pretendo hacer trampas al solitario. He de confesar que el hecho de que la serie “Cosmos” de Carl Sagan sea para mi, obra de cabecera, se debe también en gran parte a Vangelis. ¿Si no por qué iba a traerle a esta entrega post-estival de “Música Científica”? La respuesta es bien simple, y el culpable no es otro que mi admirado progenitor, que en herencia me dio nada más y nada menos que la pasión por la lectura y un gusto exquisito por la música, cosas que nunca sabré cómo pagarle o agradecerle.
Vangelis sacó en 1.976 un álbum conceptual que marcó época. Era el segundo álbum que el griego autoproducía y tuvo a bien ponerle por título “Albedo 0.39”. Veía a mi padre poner aquella grabación y caer en un hipnótico-sedante estado de relajación. Dicen que algo tiene el agua cuando la bendicen, sin embargo, para mi ese disco era todo un misterio escondido tras una portada aparentemente insulsa, lejos del “Abraxas” de Santana, tan llena de colorido. Para aquellos que no la recuerden, la portada muestra un vaso de agua donde una esfera, sita en la parte superior de la cubierta del álbum, parece dibujar una gota de agua, todo ello en un tono a media luz. ¿Qué significaría Albedo 0.39?
Tuvieron que pasar unos años hasta que mi padre, no sin ayuda de la enciclopedia Larousse, supo explicarme de manera sencilla qué significaba aquello de albedo y por qué, tras la palabra, el bueno de Vangelis tuvo a bien ponerle 0.39. ¿Por qué ese valor y no otro? Qué se yo… ¿12.23? Y de esta forma llegamos al núcleo y sentido de este breve… explicarles qué es el albedo y por qué el álbum de Vangelis, de título homónimo, está cargado de datos y curiosidades científicas, especialmente la canción que da nombre al álbum.
Como bien sabrán nuestros lectores, se define con el nombre de albedo al porcentaje de radiación que refleja cualquier superficie respecto a la radiación incidente sobre esa misma superficie. Siguiendo esta simple premisa, no es difícil alcanzar a imaginar que el albedo será mayor en superficies claras que en oscuras, y de la misma manera, en superficies brillantes frente a las mates. Así, de esta forma tan sencilla los astrónomos pueden ofrecer, por medio de este método indirecto, información acerca de la naturaleza de un astro mediante la comparación de su albedo con el de otros objetos o materiales conocidos. De esta manera, podemos deducir que la Tierra tiene un albedo del 39%, o lo que es lo mismo, 0.39 si lo expresamos en tanto por 1, tal y como hizo Vangelis en su obra. En román paladino, esto quiere decir que de la radiación solar incidente, un 39% es reflejada por el planeta que habitamos. ¿Y esto es mucho o es poco? Para saberlo, tendrán que leer el próximo breve, pues va en dos entregas sucesivas. Nos gusta mantenerles en vilo.
Sí les voy a dejar otros datos para comparar. Por ejemplo, de entre los planetas del sistema solar estamos en un valor medio, siendo Venus el planeta con el mayor valor de albedo (0.75), y Mercurio el que menor albedo muestra con un valor de 0.06, semejante al de nuestro satélite, la Luna, con un coeficiente de 0.07. Sin embargo, éstos no son los valores de albedo superiores o inferiores registrados para nuestro sistema solar, ya que Encélado, satélite de Saturno de unos 500 Km de diámetro (una décima parte del tamaño de Titán) muestra un albedo de 0.99. ¡Encélado es casi un reflector perfecto! Para que os hagáis una idea, la nieve recién caída tiene un coeficiente de albedo de 0.86.
Por contra, los valores más bajos de albedo registrados en el sistema solar corresponden con los satélites marcianos Deimos y Fobos, con un 0.06 para cada uno de ellos, muy semejante por ejemplo al que muestra el cometa Halley (0.04) u otros meteoroides (0.07). Pero este no es el menor valor de albedo conocido por la ciencia, correspondiendo ese honor al planeta extrasolar Kepler-1b (también conocido con el nombre de TrES-2b), el cual orbita alrededor de la estrella GSC 03549-02811, ubicada a unos 750 años luz de distancia de la Tierra. Y es que el planeta Kepler-1b tiene un albedo menor al 1%, concretamente de 0.04%, es decir, un 0.0004 expresado en tanto por 1.
La masa y el radio de Kepler-1b indican que se trata de un gigante de gas, con una composición similar a Júpiter, pero a diferencia de éste, se ubica muy cerca de la estrella sobre la que orbita, lo que le confiere la denominación de “júpiter caliente”. Se conoce con el nombre de “júpiter caliente” (también se le suele denominar planeta pegasiano) a todo planeta extrasolar cuya masa se asemeja o excede a la de Júpiter (1.9 x 1027 kg) y orbita al menos 100 veces más cerca de sus estrellas madres que Júpiter lo hace del Sol. Teniendo en cuenta que Júpiter orbita del Sol a una distancia de 5 UA (unidades astronómicas), esto quiere decir que los denominados “jupiteres calientes” lo hacen a una distancia de 0.05 UA, o lo que es lo mismo, están 8 veces más cerca de lo que los Mercurio lo está del Sol.
Para acabar este breve, deciros que la canción Albedo 0.39 (verdadera protagonista de este breve) es una obra maestra de la música electrónica, donde la letra de la canción no es más que una voz que describe la Tierra desde una serie de valores numéricos característicos al planeta azul y verde como la distancia al Sol, el período de rotación sobre su eje, la velocidad gravitatoria… o el valor de albedo, dato con el que termina la canción y que pone el broche final a un álbum conceptual verdaderamente magistral. Motivos tenía de sobra Carl Sagan para que quisiera que le pusiera banda sonora a su serie. ¿Son estos pocos argumentos?
1 comentarios en “Albedo a ritmo de Vangelis”
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