Hace 40.000 años, el ser humano ocupaba prácticamente todo el planeta. Muchos de ellos dejaron constancia de sus experiencias y vivencias en las paredes y techos de las cuevas que albergaban. Por eso a esta época, denominada Paleolítico, se le conoce también como época de piedra; y al arte representado durante la misma, como arte rupestre.
Reproducción de un bisonte de la cueva de Altamira.
Se emplearon varias técnicas para lo que actualmente conocemos como arte rupestre, una de la más utilizada fue la pintura, donde mezclaban pigmentos minerales u orgánicos, que en ocasiones disolvían en agua. Los materiales eran rudimentarios: palos o escobillas vegetales a modo de pinceles o lapiceros, a veces incluso eran escupidos sobre la roca como si de un aerosol se tratara, y en la mayoría de las ocasiones eran pintados con los dedos.
Un ejemplo de esto lo tenemos en una de las pinturas descubiertas en España en el año 1879: la conocida cueva de Altamira, donde fueron localizadas pinturas de bisontes (Bos primigenius) de colores.
En la región de Castilla y León, el arte rupestre también ha tenido su protagonismo, donde a principios del siglo pasado fueron descubiertas pinturas en la zona de Las Batuecas (Salamanca), que no se dieron a conocer hasta 10 años más tarde.
Entre los años 1911 y 1921 aparecen las primeras referencias de pinturas en las cuevas de la sierra de Atapuerca (Burgos). En la década de los 50 a 60 se descubre una de las que ha sido catalogada como el buque insignia del Paleolítico, Ojo Guareña, situado en la provincia de Burgos.
Pintura esquemática en los alrededores del monte Valonsadero (Soria), correspondientes a los modos de vida, actividades y creencias de sus autores.
Las pinturas descubiertas en estas zonas, y otras más que ocupan la región más al norte de la comunidad, llevan la técnica mencionada anteriormente, hechas con colores rojizos fundamentalmente, y donde aparece una simbología convencional, como son arcos, círculos concéntricos, etc.
Pero entre todos estos hallazgos que han hecho la maravilla de visitantes e investigadores de todo lo relacionado con el Paleolítico, cabe hacer una especial mención al descubrimiento llevado a cabo el 29 de septiembre de 2020 en el monte Valonsadero (Soria). Donde aparecieron unas pinturas que han supuesto una gran revolución en este arte. Se le conoce como Abrigo de las Manos.
El nombre está dado por la aparición de unas pinturas que reflejan unas manos. Hasta aquí no debería ser una revolución este hallazgo en sí mismo. No obstante, lo llamativo es que estas manos podrían pertenecer a mujeres. Así lo demuestra Snow, especialista en análisis de huellas humanas, quien hizo una colección de fotografías de individuos con antecesores europeos y mediterráneos; y mediante mediciones y proporciones entre los dedos índice y anular, e índice y meñique, que le permitían saber si correspondía a un hombre o a una mujer.
El problema se planteó cuando muchos científicos contradijeron esta teoría, al afirmar que, si se relacionaba con el tamaño, las manos podían pertenecer a niños. Para defender esta idea, se llegó a la conclusión de que, durante aquella época, los seres humanos que habitaban las cuevas se dedicaban a dejar representado aquello que veían o que tenían en sus mentes, es por eso por lo que aparecen mujeres desnudas, grandes animales…
Tras este descubrimiento y estas teorías, se han analizado más yacimientos con representaciones de manos y se ha visto que están extendidas por todos los continentes. Se han hallado como idea elemental en el Norte de Europa, concretamente en Finlandia donde se encuentran asociadas a cérvidos. O en Italia, en la cueva de Porto Badisco donde se han observado manos infantiles o manos de mujeres (continuaríamos con la controversia, por sus proporciones), que cubren techos de zonas profundas de estas cuevas.
Todas estas investigaciones parecen ser solo teorías, sin embargo, algunos se inclinan por pensar que esas huellas podrían ser firmas, aunque no cabe duda de que se seguirán planteando nuevas hipótesis acerca del tema.