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Mecanismos de defensa ornamentales

Mecanismos de defensa ornamentales

Imagina que eres una planta fijada al suelo y sin forma de escapar frente a un desastre o el ataque de depredadores. ¿Cómo te defenderías? La estrategia evolutiva de las plantas para acabar con sus depredadores es “seduciéndolos a traición”. Una planta es capaz de identificar cuando un visitante se convierte en un peligro y puede acabar con su vida. De la misma manera, las plantas han desarrollado un eficiente sistema de defensa contra sus enemigos, ante el ataque inminente liberan un arsenal de sustancias (terpenos, alcaloides y flavonoides) de acción letal e irreversible, en algunos casos. Estos compuestos que son la base de los aceites esenciales y aromas de la mayoría de flores, son característicos por su peculiar sabor y olor, sin duda el mejor mecanismo de seducción para sus depredadores.

Las flores son la debilidad y tentación de algunos seres vivos, incluyendo al ser humano. Pero, ¿qué es lo que las hace tan atractivas? Su aroma, uno de los perfumes naturales usados, que ha servido de inspiración y base para la fabricación de variedades de perfumes artificiales que actualmente hacen parte de nuestro set de belleza.

Si bien las plantas con flores pueden proporcionar un entorno estético y atractivo para decorar el hogar, muchas de ellas son tóxicas, es decir, desarrollan mecanismos de defensa perjudiciales para el ser humano y animales. Las plantas que encontramos en nuestros jardines o aquellas que observamos durante un agradable paseo por el campo pueden tener estas características. Muchas de estas plantas manifiestan su toxicidad al ser ingeridas o pueden transmitir sus agentes tóxicos por la piel cuando la planta presenta elevada toxicidad en su superficie externa. Este es el caso de Adelfa (Nerium oleander) y Digitalis (Digitalis purpurea)

Digitalis purpurea

Digitalis purpurea

La Adelfa, es una planta ornamental conocida comúnmente como hoja de la muerte. Es ampliamente cultivada en diversos países, puede medir hasta cuatro metros de altura. Esta planta se destaca por sus voluptuosas flores de colores fuertes y llamativos, en las cuales esconden sustancias tóxicas al igual que el resto de la planta. Los compuestos tóxicos que albergan en sus tejidos son glucósidos cardíacos como la oleandrina, oleandrigenina y diacetiloleandrina, sustancias altamente tóxicas que incrementan la fuerza y velocidad de las contracciones cardíacas; se absorben fácilmente a través de la piel y el tracto gastrointestinal.  Si a alguien se le ocurriera probarla sentiría intensos dolores de estómago, que pasaría a diarreas y vómitos; los síntomas empeorarán y comenzarás a experimentar convulsiones y en ocasiones llegar a la muerte (Fig. 1). Su toxicidad es tan potente que hasta la miel que se crea a partir de su néctar puede matar a una persona.

Digitalis es cultivada en países de América del Sur y es otro ejemplo de belleza peligrosa ya que impresiona con sus flores extravagantes y voluptuosas de colores púrpuras y rojas. Estas características, nos seducen e invitan a tocarlas, sin embargo, un sutil rozamiento puede ser percibido como amenaza provocando como respuesta la secreción de sustancias tóxicas como glucósidos cardíacos (ej. digitalina). Este mecanismo de defensa inicia con las barreras físicas, tales como la cera superficial de la hoja, espinas y estructuras a través de las cuales se secretan sustancias que producen irritaciones en la piel, fiebre y escalofríos (Fig. 1). Imagínate que un tranquilo y agradable paseo por las montañas, te dejas seducir por la belleza de las flores de una Digitalis, en pocos minutos experimentarás ardor, picazón y notarás como la zona afectada de tu piel se enrojecerá formando pequeñas ampollas.

Adelfa y Digitalis, son ejemplos de que las plantas atractivas, con flores brillantes pueden estar relacionadas con el peligro. Te recomendamos que, si ves una de estas plantas en tu diario trajinar y quieres vivir para contarlo solo debes deslumbrarte de su exuberante belleza, no tocarlas y mucho menos ingerirlas.  


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Autor Paola Lissette Díaz Gamboa

Ingeniera en Biotecnología graduada en la Universidad Regional Amazónica Ikiam. Enfocada en la investigación dentro del área de Ciencias de la Vida.

Autor Angélica María Navarrete Vega

Estudiante de la carrera de Biotecnología en la Universidad Regional Amazónica Ikiam.


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