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¿Podemos comer sin contaminar?

¿Podemos comer sin contaminar?

La agricultura y ganadería reciben con frecuencia críticas relacionadas con su contribución al deterioro del suelo, el despilfarro y contaminación del agua y la presencia de pesticidas en los alimentos que consumimos. Nadie duda de la necesidad de ambas actividades para producir el alimento, la fibra y los biocombustibles que necesitamos. ¿Cómo debemos juzgarlas, pues? La respuesta precisa a esta pregunta requiere un espacio mayor del que disponemos en este breve artículo, y por ello enfocaremos la cuestión, a modo de ejemplo, en un aspecto concreto: la contaminación del agua por el riego.

Dron con cámara de infrarrojos para la evaluación del estado hídrico de un un olivar en seto de alta densidad (izqda.). El plástico negro en el suelo actúa de superficie de referencia para la temperatura. Fotografía tomada por el dron a 20 m de altura, con una resolución de 5 cm (dcha.; cortesía de los Drs. G. Egea y M. Pérez-Ruiz). La presencia del color rojo en parte de las filas de árboles denota un estrés hídrico excesivo ocasionado por una reducción drástica del riego.

Dron con cámara de infrarrojos para la evaluación del estado hídrico de un un olivar en seto de alta densidad (izqda.). El plástico negro en el suelo actúa de superficie de referencia para la temperatura. Fotografía tomada por el dron a 20 m de altura, con una resolución de 5 cm (dcha.; cortesía de los Drs. G. Egea y M. Pérez-Ruiz). La presencia del color rojo en parte de las filas de árboles denota un estrés hídrico excesivo ocasionado por una reducción drástica del riego.

En las zonas civilizadas del mundo se produce suficiente alimento para satisfacer la demanda de la población, y sobra para exportar. Un éxito, debido en gran medida a lo que desde mediados del siglo pasado se conoce como Revolución Verde, un tipo de agricultura basada en el uso de variedades seleccionadas y de agroquímicos (fertilizantes y productos fitosanitarios), y en la aplicación de técnicas de manejo eficientes. El impacto negativo de este tipo de agricultura en el medio es, sin embargo, notable. Un ejemplo ilustrativo es la presencia de nitratos en las aguas de pozo. Los nitratos son sales solubles provenientes del uso de fertilizantes nitrogenados y de los purines del ganado. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece un máximo de 50 mg/L de nitratos en el agua para consumo humano, límite que se sobrepasa con frecuencia en muchas zonas regables.

Conjuntamente con los nitratos, muchos otros contaminantes son arrastrados desde la superficie hasta zonas más profundas del suelo, contribuyendo a la contaminación de aguas subterráneas que se necesitan para el consumo humano. El riego es un actor principal en este escenario, ya que dicha contaminación se produce, en gran medida, por el drenaje del exceso de agua de riego hacia capas profundas del suelo.

¿Debemos censurar, pues, el riego y otras actividades agrícolas y ganaderas? Lo comentado nos da argumentos para el capítulo de desventajas. En el de las ventajas podemos considerar que, gracias a la Revolución Verde, una familia modesta puede comprar alimentos variados y de calidad a un precio bajo y sin sufrir desabastecimientos. Y en lo que al riego se refiere, cabe destacar que, aunque tan solo se riega el 17% de la superficie total cultivada de nuestro planeta, esa pequeña fracción produce el 40% de la producción agrícola total. Parece, por tanto, que es una práctica de la que no podemos prescindir.

No hay que obviar que los agricultores y ganaderos, así como los sectores científico y técnico que les dan soporte, son conscientes del impacto negativo de sus actividades en el medio, e intentan poner remedio. En lo que a la racionalización del riego se refiere, cabe mencionar tres grandes avances que se han hecho desde el inicio de la Revolución Verde: el desarrollo del riego localizado (años 50 del pasado siglo), de las estrategias de riego deficitario (años 80) y del riego de precisión (principios de este siglo). Cada uno de estos avances ha supuesto un gran paso adelante en la eficiencia del riego, dando lugar a una notable reducción del agua usada en esta práctica y, por ende, del drenaje excesivo. Esto último conlleva un menor impacto del riego en el arrastre de contaminantes hacia capas profundas del suelo.

Si miramos los avances realizados en los últimos años, el panorama no es menos prometedor en la actualidad. Se están desarrollando, por ejemplo, nuevas técnicas para la aplicación masiva de la Agricultura Intensiva Sostenible, con la que se busca aunar la producción de alimento suficiente para todos con el respeto al medio. En ella se enmarca la agricultura vertical, una modalidad impulsada por el desarrollo de las lámparas LED y mediante el cual se producen alimentos en lechos superpuestos. De esta manera, se eleva la producción por metro cuadrado de suelo a niveles impensables hasta hace poco. Otro ejemplo es la Agricultura 4.0, consistente en el uso de la geolocalización, de imágenes de drones y satélites, y de la captación de datos por sensores en el campo. La transmisión de esta información casi en tiempo real, y su análisis, permite generar directrices para el manejo racional de la explotación agrícola o ganadera. El trabajo conjunto de empresas en electrónica y en telecomunicaciones, y el desarrollo de técnicas de inteligencia artificial, son pilares fundamentales para la implantación de estas nuevas tecnologías.

Hay razones, pues, para alabar el papel de agricultores y ganaderos, y de los sectores asociados, en la seguridad alimentaria que requerimos y en la preservación del medio natural. Cualquier actividad productiva conlleva un precio, en este caso el consumo y deterioro de recursos naturales. Pero la concienciación ambiental y el apoyo de la tecnología están ahí para ayudarnos a que ese precio sea cada vez menor.


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Autor José Enrique Fernández

Investigador científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), director del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS, CSIC), responsable del Grupo de investigación Riego y Ecofisiologia de Cultivos y editor de Agricultural Water Management, una revista internacional especializada en el uso del agua en agricultura.


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