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La transformación de los ecosistemas acuáticos del golfo de Cádiz y el éxito en la introducción de especies no nativas

La transformación de los ecosistemas acuáticos del golfo de Cádiz y el éxito en la introducción de especies no nativas

El continuo crecimiento de la población humana en las zonas costeras ha llevado a modificar estas zonas para hacerlas más habitables, incrementando la superficie industrial mediante el uso de estructuras artificiales (ej. rompeolas y puertos) en las aguas costeras e incluso en zonas más alejadas de ésta, lo que nos lleva a una expansión de la industrialización sobre el mar que se conoce como “ocean sprawl”. La modificación del entorno marino y de su zona costera permitiría condiciones ambientales más favorables para el establecimiento de especies no nativas (ENN), puesto que son nuevos hábitats artificiales para ser colonizados y que además comparten similitudes con la mayoría de estas zonas que se modifican en todo el mundo. Estos “nuevos hábitats” incrementarían su vulnerabilidad a ser invadidos por ENN, especialmente en aquellas zonas transformadas de la costa donde se esté dando un vector que permita el porte continuo de especies fuera de su rango de distribución, como ocurre con el agua de lastre de barcos mercantes.

Las modificaciones del hábitat por factores antropogénicos (nuevas estructuras artificiales o modificación de la composición química de las aguas por contaminación) aumentarían las posibilidades de establecimiento de ENN. La llegada de ENN desde África puede darse por tropicalización o desde zonas más alejadas por barcos. Una vez que las ENN se establecen, algunas de ellas, modifican el hábitat y aumentan la probabilidad de que otras ENN se establezcan.

Las modificaciones del hábitat por factores antropogénicos (nuevas estructuras artificiales o modificación de la composición química de las aguas por contaminación) aumentarían las posibilidades de establecimiento de ENN. La llegada de ENN desde África puede darse por tropicalización o desde zonas más alejadas por barcos. Una vez que las ENN se establecen, algunas de ellas, modifican el hábitat y aumentan la probabilidad de que otras ENN se establezcan.

Además, es de destacar la poca atención que se está prestando a la manera que se diseñan esas estructuras artificiales que transforman los ecosistemas acuáticos. Por ejemplo, cómo el diseño de puertos deportivos podría interrumpir a las mareas disminuyendo la renovación de sus aguas, lo que podría dar lugar a mayores tasas de reclutamiento de ENN, y a aumentar también la conectividad regional de estas especies entre las zonas costeras transformadas. En este sentido, las especies que resistan el transporte desde su zona de origen y encuentren condiciones ambientales físicas en la zona de destino similares a las de la zona de origen, tendrían “pagado su billete” hacia el nuevo puerto de destino, ya que suelen encontrar “réplicas” de su hábitat original por todo el mundo, y terminarían por asentarse en su “próxima parada”.

Históricamente, la línea costera del golfo de Cádiz ha sufrido varias transformaciones antropogénicas importantes, como la construcción y ampliación de cuatro puertos principales (en Algeciras, Cádiz, Sevilla y Huelva), la transformación de humedales (en la cuenca del río Guadalquivir), o el mismo control del flujo del agua por las presas (en los estuarios Guadiana y Guadalquivir) que modifican su régimen hidrológico alterando la fauna nativa. Por ejemplo, el estuario del Guadalquivir y las marismas adyacentes han sido muy alteradas desde la década de 1970 (principalmente por el cambio de régimen de flujo) y han recibido un gran número de especies no nativas que se han establecido. Si a los cambios en el uso del agua, se le suman las anomalías del aumento de las temperaturas por el cambio climático, este acúmulo de variaciones antropogénicas en el medio de origen daría lugar a que las nuevas especies que llegan se establezcan en el golfo de Cádiz. Por ejemplo, en el estuario de San Francisco, una mayor extracción de agua dulce y un incremento substancial de la salinidad beneficiaron a una especie de zooplancton no indígena.

Por otra parte, muchas especies no nativas tienen amplias tolerancias a las condiciones ambientales y a productos químicos altamente tóxicos. En este sentido, podríamos esperar que las modificaciones antropogénicas (tales como alteraciones químicas y ambientes modificados) beneficien a las ENN con amplias tolerancias ambientales. En relación con las alteraciones químicas del medio natural, el mecanismo es relativamente simple y se basa en la tolerancia a los tóxicos en especies no nativas. La mayoría de las especies marinas no nativas se transportan en agua de lastre o como organismos que se encuentran incrustados en el casco de los barcos. Las concentraciones elevadas de metales, por ejemplo, son altamente tóxicas para muchos organismos marinos, pero algunos organismos han desarrollado mecanismos efectivos de desintoxicación y evitación, considerándose así superiores en su capacidad para resistir la exposición a estos tóxicos. Es decir, el transporte marítimo seleccionaría a especies tolerantes a metales, que por medio de agua de lastre llegarían a lugares más contaminados como puertos industriales con altas concentraciones de metales (por ejemplo, los estuarios del Guadalquivir y del Tinto-Odiel en el golfo de Cádiz) aumentando la presencia y la densidad de especies no nativas posiblemente tolerantes a esta contaminación. A su vez, el deterioro del medio acuático por contaminantes podría afectar a la supervivencia de las especies nativas. Por ello, modificaciones o alteraciones de las condiciones físico-químicas no sólo irían en detrimento de la supervivencia de las especies nativas, sino que permitirían que las especies no nativas y resistentes a la contaminación se establezcan en los alrededores del puerto de destino, a pesar de que podamos llegar a pensar que sea la razón menos intuitiva para explicar el éxito del establecimiento de las ENN.

Concluyendo, el aumento global de las actividades antropogénicas ha dado como resultado que los ambientes marinos y estuarinos previamente no alterados se transformen en hábitats con características artificiales como pontones, muelles, espigones, puertos deportivos y puertos comerciales que permitirían el establecimiento de ENN, probablemente de aquellas especies más tolerantes a un mayor grado de contaminación, convirtiéndolas potencialmente en invasoras.


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Autor Enrique Gonzalez Ortegon

Enrique González-Ortegón investigador en el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucia (CSIC), se licenció en Biología por la Universidad de Sevilla en 2000 y doctoró en Ciencias Marinas por el CSIC y la U. Cádiz en 2008.


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