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La botánica del pueblo

La botánica del pueblo

Buena parte de los progresos de la ciencia y la tecnología tienen su génesis en la sabiduría popular, un método basado en observaciones y en experiencias de simples ensayos y errores. El conocimiento de las plantas no es una excepción sino, más por la necesidad que por el azar, el ser humano desde el origen del intelecto centraría ya la curiosidad sobre las relaciones de los vegetales con su medio, con los ritmos circadianos o con las interacciones con las especies animales, y en especial con la propia, diferenciando desde una cuantas útiles a las más indiferentes. En cada civilización, tribu o etnia se han prodigado el uso de plantas como materiales, bioindicadores, víveres, venenos o fármacos, con sistemáticas y nomenclaturas particularizadas en cada lugar, de la que bebieron desde Teofrasto hasta Mutis, pasando por Columela, Ibn Al-Baytar o Laguna. La confusión de denominaciones, tras la expansión de esos conocimientos gracias a la imprenta, condujo a la necesidad de un juego nemotécnico que globalizara la designación de las especies. La trascendente aportación de Linneo, además de una obvia sistemática artificial, sería la propuesta de denominarlas con un binomio en latín, un sustantivo para el género seguido de un adjetivo específico.

A pesar de que la primera definición de etnobotánica tiene más de un siglo (Harshberger, 1896), esta disciplina ha sido tratada como una ciencia menor, subsidiaria de la sistemática, taxonómica y la determinación. En muchos de los grandes tratados botánicos clásicos ni siquiera se menciona y cuando lo es, se minusvalora al entender que tan solo trata de una recopilación de nombres vernáculos (etnofitonimia). Sin embargo disponemos de grandes obras que recogen buena parte del saber popular sobre un buen elenco de especies vegetales. Una de las más sobresalientes es ‘El Dioscórides renovado’ de Pío Font Quer (1961), un grandioso volumen que, manteniendo la estructura del autor romano, recopila una selecta información sobre el conocimiento, usos, tradiciones y denominaciones que el vulgo ha dado a la flora española. La forma sencilla y directa hace que, como en su Botánica Pintoresca (1958), su obra adquiera el nivel de la tan reclamada hoy divulgación científica. De un gran interés etnobotánico resulta también ‘El laboratorio de la Celestina’ de Modesto Laza Palacios (1963). Laza, insigne botánico, se sumerge en la obra de Fernando de Rojas ‘con los ojos bien abiertos a las posibilidades que encerraba para un aficionado a investigar la historia de los medicamentos antiguos, surgiendo en su mente la idea de que aquella famosa vieja poseía en su desvencijada casa cerca de las tenerías, un verdadero laboratorio hechiceril’. Esta descripción preliminar que hace el autor sobre el título de su obra se enmarca como supremo propósito de la ciencia etnobotánica.

Van J. Brøndegaard en su casa de Competa (cortesía de su hijo Steffen Brøndegaard).

Van J. Brøndegaard en su casa de Competa (cortesía de su hijo Steffen Brøndegaard).

Itinerario fechado el 8/5/1986 que Brøndegaard trazó para hacer una excursión de 466 km por las provincias de Málaga y Cádiz

Itinerario fechado el 8/5/1986 que Brøndegaard trazó para hacer una excursión de 466 km por las provincias de Málaga y Cádiz

Los trabajos recientes de Beatriz T. Álvarez Arias (2006) son reconocibles como la consolidación en España de la Etnobotánica como una ciencia interdisciplinar. Partiendo de la definición original de John William Harshberger (1896) ‘Estudio de los vegetales empleados por los pueblos con escaso desarrollo tecnológico’ ella la precisa como: Disciplina que recoge y analiza los usos, conocimientos, costumbres, ritos y creencias que tienen origen en las interacciones hombre plantas. De apasionante podemos adjetivar el descubrimiento, junto a ella, del ‘Manuscrito Brøndegaard’.
David, un alumno aventajado, al decirme su apellido le apostillé:

  • Brøndegaard, como el botánico danés.

Él con sorpresa me preguntó:

  • ¿Conoce usted a mi abuelo?

No, no lo conocía, más que de un libro que ojeé con interés en la Biblioteca del Real Jardín Botánico de Madrid a inicios de la década de los 80.

Grupos de plantas por tipos de interés según la Botánica Económica (Society Economic Botany. New York Botanic Garden.)

Grupos de plantas por tipos de interés según la Botánica Económica (Society Economic Botany. New York Botanic Garden.)

Las imágenes de ‘Folk og flora: dansk etnobotanik’ (1978) se me quedaron grabadas para siempre. Comprendí entonces la importancia del conocimiento popular de las plantas. Poco podía adivinar que la casualidad me llevase a que David me hiciera llegar un manuscrito inédito sobre los ‘Nombres de plantas andaluzas’, así como material fotográfico, esquemas y algunos artículos escritos para periódicos suecos (fig.1). La desgracia o fortuna, según se mire, fue que la gran biblioteca del pionero en la Etnobotánica europea, así como muchos de sus artículos dedicados a plantas andaluzas y en especial de su acogedora Axarquía, acabaron en la Academia sueca de ciencias forestales. En correspondencia la Academia le otorgó su máxima distinción, publicando su manuscrito, permitiéndonos hacer unas observaciones al mismo (Tabla 1).

Algunos de los nombres populares de plantas andaluzas recogidos por Brøndegaard con sus correspondientes explicaciones (extraído de Álvarez, 2016).

Algunos de los nombres populares de plantas andaluzas recogidos por Brøndegaard con sus correspondientes explicaciones (extraído de Álvarez, 2016).

La concesión en 2015 del Nobel de Medicina a la etnobotánica china Tu Youyou (2011) ha despertado un moderado interés por los conocimientos populares de la Naturaleza. Mao Tse-Tung, a sabiendas que la malaria era el principal factor de mortandad en el planeta, encargó buscar un remedio que sería a la larga uno de sus secretos mejor guardado. Youyou (fig. 3) encontró un poblado en el que sus habitantes no sufrían tan mortífera enfermedad y, tras escudriñar entre sus costumbres, observó que se debía al consumo de una tisana a base de ajenjo dulce (Artemisia annua L.). El hallazgo fue puesto en cuestión ya que en un primer estadio no dio los resultados esperados. El error lo detectaría Youyou años más tarde al comprobar que el bebedizo no estaba preparado con agua hirviendo, tal como preparamos habitualmente nuestras infusiones, sino que el secreto estaba en dejar que se diluyeran, en agua fría, sus principios activos, sin desnaturalizarlos.

Tu Youyou (Wang Chengyun / Xinhua Press / Corbis) fue galardonada con el premio Nobel de Medicina por sus trabajos sobre el ajenjo dulce y el control de la malaria.

Tu Youyou (Wang Chengyun / Xinhua Press / Corbis) fue galardonada con el premio Nobel de Medicina por sus trabajos sobre el ajenjo dulce y el control de la malaria.

Ilustración de Artemisia annua por S. Hosseini (in Rodríguez-García et al, 2017)

Ilustración de Artemisia annua por S. Hosseini (in Rodríguez-García et al, 2017)

Según el Kew Garden en 2018 se describieron 170 especies nuevas, 40 de ellas hongos. Es solo una buena muestra de que el registro de la biodiversidad del planeta está aún muy lejos de completarse, y entre ellas muchas plantas cuya utilidad humana podrá ser trascendente. Pero sobre todo, cuando el paradigma sobre la Naturaleza comienza a modificarse dentro de las coordenadas de un cambio global que la altera sin precedentes, observamos los servicios de los ecosistemas vegetales como solución a los retos de mitigación y adaptación que tenemos ante nosotros, son las soluciones basadas en la Naturaleza (SbN). Éstas, más allá de implementaciones ingenieriles complejas y costosas, provendrán en buena parte de los conocimientos tradicionales sobre la forma de adoptar remedios ante aquellas vicisitudes que pusieran en peligro el equilibrio entre Naturaleza y especie humana.


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Autor Ángel Enrique Salvo Tierra

Licenciado en Ciencias por la Universidad de Granada. Profesor Titular de la Universidad de Málaga.


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