Ecosistema a caballo entre río y lago
La RAE denomina embalse a “un gran depósito que se forma artificialmente, por lo común cerrando la boca de un valle mediante un dique o presa y en el que se almacenan las aguas de un río o arroyo, a fin de utilizarlas en el riego de terrenos, en el abastecimiento de poblaciones, en la producción de energía, etc”.
Desde el punto de vista de la Ecología, un aspecto complementario a esta definición sería: “aquel ecosistema intermedio entre un río y un lago”. Esta definición viene dada por la existencia de dos zonas bien diferenciadas:
- La zona fluvial o lótica, con características más propias de un río. Un ejemplo es el caso de la cola del embalse. Donde la corriente es mayor, dependiendo de la orografía del lugar, los afluentes, el caudal del propio río o su velocidad. Esto hace que predomine el transporte horizontal con el fluir del agua
- Y la zona lacustre o léntica, donde comienza a aumentar la superficie inundada, ensanchándose y acumulando agua como consecuencia de la construcción de la presa. La velocidad cada vez es menor, el transporte deja de ser horizontal y es cuando adopta un comportamiento más similar al de un lago; donde el agua ya embalsada deja de fluir y el transporte es vertical mayoritariamente.
¿Qué ocurre en los embalses de zonas templadas y cálidas? Las borrascas pasan y dejan atrás vientos y lluvias del otoño e invierno. Esto contribuye a la mezcla total o parcial de la masa de agua. Cuando llega la primavera, el aumento cada vez mayor de las temperaturas del aire, provoca que el agua comience a calentarse en las capas más superficiales.Las diferencias de temperatura que se van generando entre la superficie y el fondo del embalse determinan zonas de distinta densidad, es decir, el embalse ha pasado de un periodo de mezcla, donde el agua circula en toda su columna de agua, a un periodo de estratificación.
Durante los meses de estiaje nos encontramos tres zonas bien diferenciadas en la columna de agua:
- Una superior o epilimnion, donde las temperaturas son más elevadas, se registran mayores concentraciones de oxígeno y aumenta el desarrollo de las poblaciones de algas.
- Una zona intermedia o metalimnion (de transición) en la que la temperatura cambia rápidamente con la profundidad.
- Y una más profunda o hipolimnion, con temperaturas más frías, el oxígeno puede llegar a agotarse (anoxia), apenas se encuentran algas y por el contrario existe una mayor diversidad de bacterias.
En muchas ocasiones esta estratificación térmica vertical resulta crítica para un embalse, ya que determina condiciones muy distintas de la calidad del agua entre la superficie y el fondo, tanto desde el punto de vista químico, como biológico.
Lo que no vemos en un embalse
Embalse de La Minilla, situado en el río Rivera de Huelva, afluente del río Guadalquivir en la provincia de Sevilla.
Pero el embalse también es un sistema dinámico que tiene elementos de vida, algunos difíciles de observar, aunque desempeñan un papel esencial en un ecosistema acuático. Este es el caso de las poblaciones de plancton, organismos animales o vegetales (principalmente microscópicos) suspendidos en la columna de agua. El fitoplancton (las algas del plancton) son muy importantes porque realizan una de las mayores aportaciones del oxígeno, a través de la fotosíntesis, al planeta. Son organismos que crean su propio alimento (autótrofos), es decir, los productores del ecosistema. Entre los grupos más importantes de microalgas de agua dulce están las clorofitas (algas verdes), las dinofitas (dinoflagelados), las diatomeas, las criptofitas y las cianobacterias. Las poblaciones de microalgas planctónicas, generalmente son las que dan color a un embalse. A lo largo del año, incluso de un día para otro, un mismo embalse puede presentar cambios de color, señal inequívoca de que algo oculto en la naturaleza del embalse está ocurriendo y en muchas ocasiones las poblaciones de microalgas son, en gran medida, las responsables.
Con el paso de las estaciones ocurre una sucesión temporal de las distintas poblaciones del plancton, en el caso de las algas, sus poblaciones van cambiando a lo largo del tiempo, dominando unas frente a otras en función de sus exigencias nutricionales. Es una manera indirecta de conocer qué está ocurriendo en el interior del embalse en cada momento. Por ejemplo, cuando se produce un vertido contaminante que determina una entrada importante de nutrientes, puede haber ciertas especies de algas que se ven favorecidas, lo que produce un aumento significativo de su población. A este fenómeno se le conoce como floraciones o blooms. En los casos más extremos, pueden llegar a tapizar toda la superficie del agua, impidiendo el paso de luz y el intercambio de oxígeno y comprometiendo la vida de toda la fauna y flora que forman parte del ecosistema acuático.
Además de las algas, están los pequeños animales del plancton, el zooplancton, que se alimentan de éstas y son considerados los consumidores primarios del ecosistema. Incluye diversos taxones que pueden ser filtradores, herbívoros o incluso depredadores activos. También hay especies que pueden ser parásitos de peces.
En la imagen se observa un individuo de Bosmina longirostris, que forma parte del zooplancton, junto a especies del fitoplancton de menor tamaño y color verde (Cyclotella sp., Mallomonas sp., Oocystis sp.).
Dado que los organismos del plancton generalmente presentan ciclos de vida cortos, tienen una gran capacidad de respuesta frente a cambios ambientales y son muy dependientes de las concentraciones de nutrientes disueltos en el agua. Tanto el fitoplancton, como el zooplancton, se utilizan como bioindicadores para gestionar la calidad del embalse.
Presiones de la cuenca y sus consecuencias
El hombre no sólo modifica el ecosistema fluvial al construir un embalse, sino que también lo hace indirectamente con las actividades que desarrolla en los terrenos que rodean (cuenca) a dicho embalse. Si los terrenos que lo rodean se utilizan para el cultivo y éste se trata con pesticidas, terminarán por contaminar su agua; lo mismo ocurre con la ganadería, ya que los nutrientes de los excrementos o los productos veterinarios también llegarían a través de la escorrentía, aumentando considerablemente la contaminación y comprometiendo la calidad del agua embalsada.
Además de las presiones generadas por los usos del suelo limítrofe, catástrofes como los incendios pueden eliminar la flora de los alrededores, aumentando la erosión del suelo con la lluvia, transportando dichos nutrientes, cenizas y contaminantes al agua. Esto puede acabar comprometiendo la vida de las especies que habitan en el ecosistema e incrementar el costo de la potabilización del agua para el consumo humano.